Semana Santa 2015

Mis fotos preferidas de las casi 1000 que he hecho en esa última Semana Santa. Estreno oficial del maravilloso objetivo OM 50mm (100mm en m4/3) f1.8 que ha formado un inmejorable tándem con mi bienamada M-10. Por primera vez he podido disparar a ISOS altas (mi antigua E-410 sólo llegaba a 1600) y aprovechando la gran luminosidad del objetivo, la diferencia es abismal. No obstante, aún estoy iniciándome en el manejo de ambos trastos (enfocar en manual con el objeto en movimiento sigue siendo un reto) pero alguna fotillo decente ha salido.

 

Procesión en Purchil

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Dale limosna, mujer

Granada al pie de Sierra Nevada

Dale limosna, mujer, que no hay en la vida nada, como la pena de ser, ciego en Granada. Si es usted granadino me juego la vida -me iba a jugar el portátil, pero me parecía excesivo- a que ha visto esta frase impresa en aproximadamente medio millón de azulejos a lo largo de su existencia. Si tiene usted un amigo granadino, me la juego a que se lo ha escuchado decir un centenar de veces, porque somos un pelín pesados. Que no les engañen: el verdadero origen de nuestro pique con los sevillanos es que aún no hemos conseguido decidir qué pueblo es más rematadamente chovinista.

Dale limosna, mujer. Casi todos ignoran quién fue el autor de esos versos -yo lo he mirado en Internet, la verdad- y casi nadie se pregunta por qué ha de ser la mujer la que dé limosna -pero no es ése el motivo de esta entrada-. Dale limosna, mujer, repetimos orgullosos como si el ciego siguiera siendo el único que necesita piedad en esta bendita y maldita ciudad; agujero negro de esperanzas juveniles, paro galopante, industria que va desapareciendo poco a poco y un tejido empresarial centrado en una hostelería que vive casi exclusivamente de la llegada del foráneo.

Dale limosna, mujer. Porque se han olvidado todos de ella. Porque languidece al pie de su sierra, como un juguete que alguien hubiera dejado abandonado. Zaherida por políticos indignos, sin la ayuda de los de fuera y el empuje de los de dentro. Condenada, en parte por una decisión interesada que atentaba contra su Historia, en parte por ese carácter granadino que jamás tiene otra iniciativa propia que la de echar balones fuera. Dale limosna mujer y apiádate de ella, porque un día fue grande y cada vez se va aletargando más, como ese enfermo que simplemente se resigna a morir.

Danos limosna, mujer. Porque los granadinos, en honor a la verdad, siempre hemos sido un poco ciegos.

– Granada, 28 de febrero de 2014 (día de Andalucía).

Los misterios del Darro

Carrera del Darro

Discurre junto a la Alhambra sin hacer demasiado ruido, en caudal constante pero, la mayoría de las veces, no demasiado abundante -con sonadas excepciones como el año pasado, cuando el fragor de las aguas se escuchaba en lo alto de la Torre de la Vela-. El Darro es cien por cien granadino y está tan integrado que nadie le hace demasiado caso, muchos ignoran su importancia en el abastecimiento de la monumental alcazaba y hasta el hecho de que lo están pisando cuando pasean por Plaza Nueva, Puerta Real o a la vera del Corte Inglés.

El Darro es protagonista de una de las estampas más emblemáticas de Granada pese a que gran parte de su curso transcurre en las tinieblas. Su embovedado, ya proyectado en tiempos de los Reyes Católicos, cambió completamente la fisonomía de una ciudad que, a partir del primer tercio del siglo XX, dejó de estar partida por su río -con los problemas de salubridad que ello conllevaba- aunque perdió, eso sí, la magia de sus desaparecidos puentes -en la imagen, si la identificación de fotos no me ha jugado una mala pasada, pueden ver el de Cabrera-.

Como cada metro cuadrado de una ciudad rica en misterios, el embovedado del Darro tiene el suyo propio, con nombres y apellidos: el Duende del Darro, cuya aparición data de 1935, cuando -según las crónicas- durante tres días y tres noches la vecindad estuvo aterrorizada por unos misteriosos quejidos. Quejidos que surgían directamente de los inicios de la bóveda, junto a la iglesia de San Gil y santa Ana, y que quizá inflamaron la imaginación de un párroco que dijo haber visto un fantasma lavándose en el río. Ya fueran alaridos de este espectro tan inusualmente limpio o no, nada se supo del origen de los sonidos que salían de la bóveda, pese a la batida que se organizó para intentar hallar la explicación racional del misterio. El duende y su recuerdo desaparecieron en las sombras del embovedado, como las propias aguas que se ocultan a su bajada de la Alhambra para ir a unirse al río Genil.

– Granada, 6 de enero de 2014.