Las mujeres del Ministerio

Ayer terminó la primera temporada de El Ministerio del Tiempo, y a poco que hayan leído algún tuit mío sobre la serie, ya sabrán que me encanta. Esa refrescante mezcla de Historia y humor -aderezada con sarcasmo nacional y un guión muy bien hilado-, se hacía necesaria. Que te traten como a un ser inteligente cuando te sientas frente a la tele es un detalle que se agradece. Y la lista de frases y situaciones épicas que hemos podido disfrutar en apenas ocho capítulos resulta interminable.

Como digo, me encanta El Ministerio del Tiempo -MdT de ahora en adelante-. Y algún día, probablemente, escribiré para argumentar por qué me gusta tanto. Pero hoy no es ese día.

Hoy vengo a quejarme de dos rasgos que se manifiestan con irritante profusión en obras de ficción y que en esta serie, precisamente por su excelencia, resultan especialmente sangrantes.

(Contiene spoilers de la serie.)

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