Manifiesto profeaventuril

Recuerdo cuando estaban de moda los blogs personales.

Vale, la verdad es que ignoro si siguen estando de moda los blogs personales. Quizá porque actualmente es tal la cantidad de información que compartimos por Internet que la idea ha perdido toda originalidad. Pero hubo una época en la que resultaba realmente novedoso que un puñado de tipos contaran su vida on-line. Yo seguía fielmente a varios de ellos porque, reconozcámoslo, soy una cotilla incurable.

En ese tipo de blogs se hablaba de todo. Desde recetas del caldo de pollo de mamá hasta reflexiones en el autobús, pasando por fotos del perro o detallados seguimientos de la dieta para adelgazar. En una época donde Instagram, Twitter, Facebook y similares aún no habían hecho acto de aparición con toda su falsedad aparejada, este tipo de blogs resultaban espontáneos, sinceros y divertidos. Era como asomarse a la cabeza del que los estaba escribiendo y encontrar el batiburrillo de cosas que le preocupaban.

Cada cierto tiempo, alguno de los bloggers preferidos sufría un período de inactividad del que (casi) siempre regresaba poniéndolo todo patas arriba, cambiando el diseño y publicando el preceptivo propósito de enmienda donde además nos comentaba las modificaciones realizadas en el CSS como si a los demás nos importase.

– Eh, eh, eh. ¿Nos estás largando todo este rollo para justificar que ahora tu blog es azul?

Pues… No exactamente.

– ¿Y cómo es que ahora hay fotos? ¡Y fotos de VÍRGENES, nada más y nada menos! TANTO METERTE CON LOS DE RELIGIÓN Y AHORA NOS DAS ESE DISGUSTO.

Oigan, hagan el favor de escucharme. Que parecen alumnos.

– Hum.

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Figura íbera

Figura ibera

Una de las fotos que más me gusta de mi última visita al Museo Arqueológico Nacional es la de este exvoto íbero del que, desgraciadamente, no he podido localizar ficha ni dato alguno.

La visita-sesión de fotos por el MAN también significó el estreno oficial de mi «nuevo» -llevo con él algo menos de dos meses- objetivo, un OM 50mm totalmente manual cuya luminosidad (f1,8) supone un salto cualitativo importante en mi modesto equipo, que espero aprovechar en la Semana Santa que ya se aproxima.

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Jpg a pelo de la criaturita, tirado con el objetivo de kit de la EM10.

Sobre Rubén Castro y la vergüenza de la víctima

He estado dando vueltas toda la semana a la idea de escribir esta entrada. La he escrito mil veces en mi mente, tantas como la he modificado o la he borrado. He pensado en este tema en la cama, antes de dormirme, o mientras iba conduciendo a trabajar. He dudado, llena de rabia y a la vez de impotencia. Yo, que pocas veces eludo tratar algún tema polémico en el blog o en un tuit, he estado a punto de callar. Y quizá lo haga. No lo sabré hasta que llegue el momento de darle al botoncito de publicar.

Ya sé lo que están ustedes pensando. Si vas a hablar de lo de Rubén Castro llegas un poco tarde, maja. Ya. En esta semana se ha escrito mucho sobre los vergonzosos -paso de enlazar el vídeo- cánticos que se escucharon en el Benito Villamarín a favor del jugador acusado de violencia de género. Y buena parte de lo que se ha escrito me lo he leído. Desde artículos magníficos, hasta comunicados oficiales penosos, pasando por los típicos comentarios exculpatorios o directamente hirientes.

Una tarde estuve cerca de una hora leyendo con fascinación unos tuits de aficionados del Betis; en ellos discutían la posibilidad de cambiar la letra a la famosa cancioncilla para seguir apoyando a su jugador sin incurrir en el delito. Lo que me llamó la atención no fueron sus buenas intenciones, que no voy a poner en duda, sino que en ningún momento pensaron en dejar de jalear a un tipo acusado de haberle puesto a su señora la cara como un mapa.

Es por eso, y no por otra cosa, por lo que escribo esta entrada.

Pero antes de continuar, unas aclaraciones para que nadie se me eche encima:

  1. Rubén Castro está imputado en espera de juicio, lo que significa que la acusación no ha sido probada y, como el resto de españoles, tiene derecho a la presunción de inocencia. Pero también significa, y si lo he entendido mal agradecería rectificación, que el juez ha encontrado indicios de que efectivamente podría haber un delito, lo que de entrada debería haber hecho que el Betis y sus aficionados, en mi opinión, se condujeran con más cautela en sus demostraciones de afecto al jugador.
  2. No toda la grada del Villamarín entonó el cántico, pero sí una buena parte del fondo donde están situados los ultras. No voy a ser yo la que reproche al resto de presentes no haber dicho ni mu, porque cualquiera que acuda con asiduidad a un campo de fútbol sin un grupete de colegas dispuesto a apoyarle sabe que, por desgracia, afear la conducta de ciertos individuos sólo puede tener como resultado que pasen el resto del partido increpándote a ti o algo peor. Porque…
  3. No soy yo quien tiene que vigilar lo que dice mi vecino de asiento. No soy yo quien tiene que decirle al energúmeno que no para de proferir insultos racistas que se calle la boca, arriesgándome a que me parta la mía. Son los clubes, que en muchos casos financian o apoyan a los grupos ultras o las gradas de animación, los que tienen que intervenir en cuanto se escuche algo fuera de lo común -quizá aquí esté el problema: estos cánticos no son algo fuera de lo común-. Son los clubes los que tienen que expulsar al abonado que se inclina al campo para llamar “mono” al jugador sudamericano propio o ajeno. No yo.
  4. Y es la LFP, por supuesto que sí, la que tiene que vigilar para que esto se haga efectivo. Pero se queda a medias. Y ojo, me parece genial que esté mal llamar borracho a Cristiano o subnormal a Messi, pero no hay que quedarse ahí. Como conté el otro día por Twitter, en Los Cármenes puntualmente la grada de animación salta al son de “maricón el que no bote”. La LFP nos ha sancionado por insultar a jugadores rivales o a la ciudad de Elche, lo que está muy bien, pero jamás por este cántico. Aparentemente, luchar contra la homofobia no luce tanto como proteger a Messi o a Cristiano.

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