Series históricas: Hijos del Tercer Reich

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“Dicen que todo lo que te rodea queda en silencio en el momento de la muerte.”

Confieso que la primera vez que escuché hablar de Hijos del Tercer Reich, la idea no me motivó mucho. Oh, una mini-serie sobre la II Guerra Mundial, pensé. Otra.

Y es que habrá pocas etapas históricas con tanta repercusión audiovisual como la segunda gran guerra y el nazismo. Prácticamente no ha quedado aspecto sin reseñar, la mayoría gracias a obras de altísima calidad. Desde la magnífica escena del Desembarco de Normandía que pudimos ver en Salvar al Soldado Ryan, hasta las peripecias de los paracaidistas de la 101 Airbone en esa joya llamada Hermanos de Sangre, y eso sin contar con las cientos de recreaciones de los campos de concentración y la persecución judía. En este contexto, pensé que Hijos del Tercer Reich no podría aportar demasiado.

Obviamente, me equivoqué.

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Título: Unsere Mütter, unsere Väter (original). Generation War (inglés). Hijos del Tercer Reich (castellano).

Miniserie de 3 capítulos.

Año de emisión: 2013.

(Reseña sin spoilers demasiado importantes. Es decir, los nazis pierden la guerra y tal.)

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Series históricas: Isabel

Quien más y quien menos lo ha pensado alguna vez: ¿cómo es posible que una Historia tan rica y variada como es la de España esté mediáticamente tan desaprovechada? El asunto da incluso un poco de rabia. Habría que ver lo que hubiera hecho Hollywood con la Reconquista, o la que habrían liado los ingleses si hubieran sido ellos los protagonistas de la hazaña de Lepanto. Con la vida de Blas de Lezo se podría hacer una serie de películas que dejarían a los famosos Piratas del Caribe a la altura de marineritos de bañera. Y qué decir de esos Tercios de Flandes, dominando con mano de hierro un Imperio…

Pues no.

De nuestra ficción el 90% consiste en guerra civil, guerra civil y más guerra civil. Y lo restante es para echarse a temblar. Salvo por alguna joya aislada como 1492. La Conquista del Paraíso, cada vez que un director de televisión o de cine recurre a los libros de Historia en busca de inspiración, el historiador decente sólo puede taparse los ojos y rezar para que todo pase lo más rápido posible.

Nada de Lezo ni de Bazán, ni siquiera de don Juan de Austria. ¿La Reconquista? Eso sería exaltación de la intolerancia, por favor. Y los Tercios… sí, vale, pase. Pero sólo para mostrar su lado más decadente en la derrota de Roicroi -que ni mucho menos fue el final de tan poderosa fuerza militar-. Y para que aparezca Viggo Mortensen hablando raro.

Como ya he dicho alguna vez, tenemos un tortazo muy bien dado.

Afortunadamente, la situación parece –parece– estar cambiando.

Recientemente han surgido varias series que, ¡albricias! ¡No son de la Guerra Civil! La verdad es que no he echado un vistazo ni a Hispania, ni a su sucesora Imperium -tienen pinta de ser culebrones ambientados en la época, más que otra cosa- ni a la popular Águila Roja -que, sin embargo, nos dejó un memorable Himno de los Tercios-. Pero me parece estupendo que el productor español, por una vez, saque la naricita del 1936–1939.

No obstante, el auténtico soplo de aire fresco, la serie rompedora que me hace conservar la esperanza de que no todo está perdido, se estrenó hace un par de años, después de haber pasado ocho meses olvidada en un cajón de RTVE sin que nadie se decidiera a rescatarla. Quizá porque pensaban que la hacía escasa apología de la multiculturalidad y educación en valores, quizá porque creían que se situaba demasiado lejos cronológicamente de 1936 para tener éxito. Da igual. Fuera cual fuera la excusa por la que Isabel estuvo a punto de ser condenada al ostracismo, ya no importa. Porque la serie se estrenó. Y fue un rotundo éxito. Y yo que me alegro.

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