Desmontando mitos: Torquemada.

«Hasta por lo menos finales del s. XVIII no hubo tolerancia religiosa en ningún país de Europa, fuera católico o protestante (…). En la Edad Media, lo mismo que en la Moderna, nunca existió lo que llamamos tolerancia, libertad de conciencia, respeto del otro.»

– Joseph Pérez, Crónica de la Inquisición en España.

Yo imagino que esto pasará con todas las disciplinas, pero en cuestiones históricas, las injerencias del saber popular se llevan la palma. Hay tantos mitos, leyendas negras, leyendas rosas y pre concepciones, que incluso podemos encontrar una sección concreta de obras historiográficas dedicadas a desmontar tanta pamplina; sin que nadie, por supuesto, les haga ni puñetero caso.

La lista es larga y bien conocida, pero si hay algo que me duele especialmente es todo lo que afecta a la Edad Moderna hispana. Concretamente hay un asunto que me saca de las pocas casillas que tengo, que es el de la archifamosa inquisición española. Y dentro de ella, la figura de su más célebre inquisidor: fray Tomás de Torquemada.

La verdad es que la imagen no ayuda a cogerle simpatía.
La verdad es que la imagen no ayuda a cogerle simpatía.

Torquemada, Torquemada. El mismo nombre parece provocar escalofríos. Todos tenemos su imagen grabada en la retina, severo rostro de rasgos duros matizados por la tonsura; imagen del fanático, del monje inculto e irracional, siempre olfateando la herejía y buscando, tras cada esquina, al perverso judaizante.

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